2.
Origen de la Coronilla
474
(...)
viernes 13 de abril de 1935.
Por
la tarde, estando yo en mi celda, vi al ángel, ejecutor de la
ira de Dios. Tenía
una túnica clara, el rostro resplandeciente; una nube debajo de
sus pies, de la nube salían rayos y relámpagos e iban a las
manos y de su mano salían y alcanzaban la tierra.
Al ver esta señal de la ira divina que iba a castigar la
tierra y especialmente cierto lugar, por justos motivos que no
puedo nombrar, empecé a pedir al ángel que se contuviera por
algún tiempo y el mundo haría penitencia.
Pero mi súplica era nada comparada con la ira de Dios.
En aquel momento vi a la Santísima Trinidad.
La grandeza de su Majestad me penetró profundamente y no
me atreví a repetir la plegaria.
En aquel mismo instante sentí en mi alma la fuerza de la
gracia de Jesús que mora en mi alma; al darme cuenta de esta
gracia, en el mismo momento fui raptada delante del trono de
Dios. Oh, qué
grande es el Señor y Dios nuestro e inconcebible es su
santidad. No trataré
de describir esta grandeza porque dentro de poco la veremos
todos, tal como es. Me
puse a rogar a Dios por el mundo con las palabras que oí dentro
de mí.
475
Cuando así rezaba, vi la impotencia del ángel que no
podía cumplir el justo castigo que correspondía por los
pecados. Nunca
antes había rogado con tal potencia interior como entonces.
Las palabras con las cuales suplicaba a Dios son las
siguientes: Padre
Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad
de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por nuestros
pecados y los del mundo entero.
Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros.
476
A la mañana siguiente, cuando entré en nuestra capilla,
oí esta voz interior: "Cuantas
veces entres en la capilla, reza en seguida esta oración que te
enseñé ayer".
Cuando
recé esta plegaria, oí en el alma estas palabras:
"Esta
oración es para aplacar Mi ira, la rezarás durante nueve días
con un rosario común, de modo siguiente: primero rezarás una
vez el Padre Nuestro y el Ave María y el Credo, después, en
las cuentas correspondientes al Padre Nuestro, dirás las
siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la
Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del
mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las
siguientes palabras: Por
su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo
entero. Para
terminar, dirás tres veces estas palabras:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de
nosotros y del mundo entero".
|