Coronilla de la Divina Misericordia

7.   Santa Faustina y el rezo de la coronilla

   

 

928 – 929  (...) Hoy hablé más con Jesús, animada por su bondad.  Y cuando descansé junto a su dulcísimo Corazón, le dije: Jesús, tengo tantas cosas que decirte.  Y el Señor me dijo con gran dulzura: "Habla, hija Mía".  Y empecé a expresar los sufrimientos de mi corazón, a saber: "que me preocupa mucho toda la humanidad, que no todos Te conocen y los que Te conocen no Te aman como mereces ser amado.  Además veo que los pecadores Te ofenden terriblemente y veo también la gran opresión y persecución de los fieles, especialmente de tus siervos y más aún veo muchas almas que se precipitan ciegamente en el terrible abismo infernal  Ves, oh Jesús, éste es el dolor que penetra mi corazón y mis huesos, y aunque me haces el don de Tu amor singular, e inundas mi corazón con los torrentes de Tu alegría, esto no atenúa los sufrimientos que acabo de mencionarte, sino que más bien penetran mi pobre corazón de modo más vivo.  Oh qué ardiente es mi deseo de que toda la humanidad vuelva con confianza a Tu misericordia; entonces, tendrá alivio mi corazón viendo la gloria de Tu nombre".  Jesús escuchó este desahogo de mi corazón con atención e interés, como si no supiera nada y casi escondiendo ante mí el conocimiento de aquellas cosas, así yo me sentía más libre en hablar.  Y el Señor me dijo:  "Hija Mía, Me son agradables las palabras de tu corazón y por el rezo de esta coronilla acercas a Mi la humanidad".  Después de estas palabras me encontré sola, pero la presencia de Dios está siempre en mi alma.


Hecho en Costa Rica

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