¡Sólo
para personas honestas consigo mismas!
¿Qué
tan “PURA VIDA” eres?
(o
¿Qué tanta VIDA PURA llevas?)
¡Atrévete
a hacer el examen de conciencia!
Muchas
veces tenemos la conciencia demasiado tranquila, porque pensamos
que el mal está en los demás y que lo nuestro son sólo pequeños
defectos fáciles
de pasar por alto. Para
hacer un examen de conciencia se requiere de:
1-
“TOTAL SINCERIDAD Y APERTURA, ya que el alma no sincera
y cerrada se expone a un gran peligro en la vida espiritual”,
y 2- HUMILDAD, HUMILDAD y siempre HUMILDAD, “porque la
SOBERBIA mantiene al alma en la oscuridad.
El alma que no sabe y no quiere penetrar exactamente en
lo profundo de sí, se enmascara y evita todo lo que la debería
sanar” (Diario, 113)*
Es necesario ser honesto consigo mismo para darse cuenta
de cómo el pecado ha manchado nuestra alma.
“El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la
conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y
para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos
bienes. Hiere la
naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana.
Ha sido definido como una palabra, un acto o un deseo
contrarios a la ley eterna” (Catec. Igl. Cat. 1849).
EXAMEN
DE CONCIENCIA
(para
hacerlo con frecuencia)
(Tener
en cuenta los pecados de pensamiento, palabra, obra (el mal
que hicimos), y
omisión (el bien que no quisimos hacer)
“AMARÁS
AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA Y CON
TODAS TUS FUERZAS”
Primer
Mandamiento: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas (Dt 6,
5; cf Mt 22, 37; Lc
10, 27).
El
primer mandamiento llama al hombre para que crea en Dios, espere
en Él y lo ame sobre todas las cosas. Adorar a Dios, orar a Él,
ofrecerle el culto que le corresponde, cumplir las promesas y
los votos que se le han hecho, constituyen la obediencia al
primer mandamiento. Adorar
a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo.
Este precepto abarca los actos de fe, esperanza y
caridad.
¿Dudé
de la existencia de Dios? ¿Renegué o abandoné mi fe? Ofrezco
mis acciones a Dios como expresión de sacrificio espiritual y
en señal de adoración y de gratitud, de súplica y de comunión?
¿He profanado objetos religiosos o consagrados a Dios o he
cometido algún otro sacrilegio? ¿Me he apoyado en la
misericordia de Dios para cometer más
pecados? ¿Pensé o afirmé que todas las religiones son
buenas? ¿Procuré aprender sobre mi religión? La oración
es el alimento del alma. ¿Alimento
mi alma todos los días? ¿Trato con amor, prudencia y
paciencia a aquellos que viven en el error o en la ignorancia de
la fe? ¿He visto
películas o he leído libros, revistas o periódicos inmorales,
contrarios a la fe y a las buenas costumbres? ¿Los
recomendé a otros? ¿Ridiculicé la religión o a sus
ministros? ¿Me he desesperado o sublevado contra la Providencia
de Dios? ¿Me quejé de Su Providencia en las enfermedades, en
la pobreza y en los sufrimientos?
¿Dejé de hacer por mucho tiempo los actos de fe,
esperanza y amor? ¿Me reí de las cosas santas? ¿Me rebelé
contra Dios? ¿He frecuentado reuniones, cultos u organizaciones
contrarias a mi fe, como espiritismo, cultos de origen africano
y afines, masonería, curanderismo, cartomancia, magia blanca,
magia negra, santería, vudú, mediums,
hechicería, bendecidoras, adivinos, caciques, brujos,
sukias, tablas ouija? ¿Llevo encima oraciones supersticiosas?
¿Talismanes y amuletos para la suerte o “contras”? ¿Hice o
pagué por hechizos, encantamientos y maleficios?
¿Creí en horóscopos?
¿Adoré a satanás? ¿Invoqué a satanás? ¿Evoqué los
espíritus de los muertos? ¿Creí en la reencarnación? ¿Estuve
interesado en temas de la Nueva Era? ¿Sentí excesiva atracción
hacia cosas, criaturas, artistas, deportistas, cantantes, hacia
el poder, la fama, el lujo, el placer, dinero, etc.? ¿En mi afán
por conocer lo oculto y lo futuro y por querer ejercer poder y
control sobre mi mismo y sobre otros me involucré en prácticas
de brujería, ilusionismo, hipnotismo, clarividencia, dianética,
meditación trascendental, control mental, rosacrucismo,
gnosticismo, teosofía, zen, masonería, yoga, desdoblamiento,
telepatía, precognición, numerología, Ichin, lectura de mano,
café, tabaco, cartas, tarot, etc., etc.? ¿Tengo siempre
presente que “el honor dado a una imagen se remonta al modelo
original, o sea que el honor tributado a las imágenes sagradas
es una “veneración respetuosa”, no una adoración, que sólo
corresponde a Dios”? (No adoramos las imágenes, sólo las
veneramos, como hacemos con la fotografía de un ser querido).
Segundo
Mandamiento: No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios
(Ex 20, 7; Dt 5, 11). El segundo mandamiento prescribe respetar
el nombre del Señor. El
nombre del Señor es santo.
Prohíbe todo uso inconveniente del nombre de Dios.
“Ante todo, hermanos, no juréis ni por el cielo ni por la
tierra, ni por ninguna otra cosa.
Que vuestro sí sea sí, y el no, no; para no incurrir en
juicio” (St 5,12).
¿He
jurado con duda de la verdad de lo que juré? ¿He jurado con
verdad, pero sin necesidad y por costumbre? ¿He pronunciado e
nombre de Dios sin respeto, con enojo, burla o de otra manera
poco reverente? ¿Rechacé el auxilio de Dios? ¿Desconfié de
Dios? ¿Blasfemé contra Dios? ¿He hecho un acto de
arrepentimiento, al menos interno, cuando oigo alguna blasfemia
o veo que se ofende a Dios? (Blasfemar consiste en proferir
contra Dios –interior o exteriormente- palabras de odio, de
reproche, de desafío; en injuriar a Dios, faltarle al respeto
en las expresiones, gestos o chistes, en abusar del nombre de
Dios) ¿He jurado hacer algún mal, vengarme o desquitarme? ¿He
reparado el daño? ¿He pronunciado el nombre de los santos sin
respeto? ¿Contra
nuestra Señora, la Iglesia y contra los sacramentos? ¿Me he
confesado sin arrepentimiento sincero y sin el firme propósito
de enmendarme? ¿He comulgado sin estar en gracia? “Examínese,
pues, cada cual, y como así el pan y beba de la copa.
Pues quien come y bebe indignamente, come y bebe su
propio castigo” (1Co11,28-30). ¿He cumplido los votos y
promesas hechas a Dios? ¿He usado el signo de la Cruz con
irrespeto, para jurar y dar valor a mi palabra?
Tercer
Mandamiento: Guardarás el domingo y días santos de precepto
(Ex 20, 8-10; cf Dt 5, 12-15; Mc 2, 27-28).
¿Participé
de la misa entera los domingos y días santos? ¿Llegué tarde
por propia culpa? ¿He sido irreverente en la Iglesia: he
omitido la genuflexión bien hecha ante el Santísimo, he
cruzado las piernas, he usado vestidos inapropiados: muy cortos,
escotados, ajustados al cuerpo, etc.? ¿He trabajado los
domingos y días santos sin necesidad? ¿He obligado a otros a
trabajar sin justa causa en día santo? ¿He aprovechado estos días
para rezar más y pasar más tiempo con la familia? El ayuno
es la oración del cuerpo. ¿He cumplido con el ayuno? (El
ayuno debilita las pasiones y fortalece la voluntad.
En un gesto de solidaridad para con los pobres, atrévete
a hacer un ayuno de pan y agua, un día por semana, o atrévete
a no mirar la televisión dos días por semana y dedicarle ese
tiempo a la familia).
AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO
Cuarto
Mandamiento: Honra a tu padre
y a tu madre (Ex 20, 12; Dt 5, 16; Mc 7, 10). De conformidad con
el cuarto mandamiento, Dios quiere que, después que a Él,
honremos a nuestros padres y a los que Él reviste de autoridad
para nuestro bien, por lo que este precepto se extiende a los
deberes de los alumnos respecto a los maestros, de los empleados
respecto a los patronos, de los subordinados respecto a sus
jefes, de los ciudadanos respecto a su patria, a los que la
administran o la gobiernan.
Este mandamiento implica y sobreentiende los deberes de
los padres, tutores, maestros, jefes, magistrados, gobernantes,
de todos los que ejercen una autoridad sobre otros o sobre una
comunidad de personas.
¿He
contribuido en el seno de mi familia al bien y la alegría de
los demás con mi paciencia y verdadero amor? ¿He desobedecido
a mis padres? ¿Me he burlado de ellos?
¿Les he negado mi ayuda y asistencia, en especial si están
viejos y enfermos? ¿Amo a mis padres? ¿Honro a mis padres? ¿Les
perdono? ¿Me he
avergonzado de ellos públicamente porque son pobres, ignorantes
o ancianos? ¿Provoqué el enojo de mis padres, los insulté o
entristecí? ¿Rezo por mis padres ya fallecidos? ¿Lancé
alguna maldición? ¿Retrasé el bautizar a los niños? ¿Le doy
calidad y cantidad de tiempo a mis hijos? ¿Trato con respeto a
niños y familiares? ¿Descuido la salud y alimentación de los
niños, su instrucción religiosa, los amigos que tienen, los
libros que leen y los programas de televisión que ven? ¿Hay
abuso o violencia doméstica en mi casa? ¿Castigo injustamente
a mis hijos? ¿Hay grosería y crueldad en la corrección a los
niños? ¿Ayudo a los miembros de mi familia? ¿Utilizo palabras
hirientes en mi casa y en el trabajo? ¿He desobedecido a mis
maestros, profesores o superiores? ¿Trato con justicia y
caridad a mis subordinados? Como autoridad pública ¿respeto
los derechos fundamentales de la persona humana y las
condiciones del ejercicio de su libertad?
Como ciudadano, ¿coopero con las autoridades civiles en
la construcción de la sociedad en un espíritu de verdad,
justicia, solidaridad y libertad?
Quinto
Mandamiento: No matarás (Ex 20, 13; cf Mt 5, 21-22).
Dios
tiene en su mano el alma de todo ser viviente y el soplo de toda
carne de hombre (Jb 12, 10).
Toda vida humana, desde el momento de la concepción
hasta la muerte, es sagrada. Se contempla dentro de este
mandamiento el escándalo, porque constituye una falta grave
cuando por acción u omisión se induce deliberadamente a otro
(s) a hacer el mal, ya que podría ocasionar a su prójimo la
muerte espiritual.
¿Me
expuse a peligro de muerte sin necesidad? ¿Intenté suicidarme?
¿He descuidado mi salud? ¿Qué vicios están deteriorando mi
salud? ¿He inducido a otros en vicios y drogas? ¿Me he
embriagado o drogado hasta perder la razón? ¿He sido un peatón
irresponsable o un conductor imprudente y temerario? ¿Respeto
las leyes de tránsito? ¿Tengo enemistad, odio, rabia o rencor
contra alguien? ¿Alimenté pensamientos o deseos de venganza?
¿He denunciado a alguien injustamente para sacar algún
provecho? ¿Puse en peligro la vida material o espiritual de los
otros con palabras, omisiones, actitudes exageradas? ¿He dejado
con descuido, sin protección o resguardo venenos, medicamentos
y armas? ¿No he sido moderado en el comer o beber? ¿Me he
excedido con dietas y ejercicios? ¿Tengo la tendencia de
idolatrar la perfección física y el “culto al cuerpo”?
¿Conduje el auto, la motocicleta, el equipo de trabajo,
en forma arriesgada? ¿Dejé de ayudar al prójimo en sus
necesidades espirituales o materiales? ¿Me peleé con alguien?
¿Alimenté pensamientos o deseos de venganza? ¿He sentido
rabia u odio hacia mi prójimo? ¿Le he deseado algún mal? ¿Le
he deseado la muerte? ¿He conservado alguna enemistad ¿Invité
a alguien a pecar? ¿Dije palabras ofensivas o de desprecio a
los demás? ¿Golpeé o herí a alguien? ¿Maté a alguien?
¿Mandé o aconsejé matar? ¿Aconsejé o provoqué el
aborto? ¿Me he puesto triste con el bien del prójimo? ¿He
dado mal ejemplo y malos consejos? ¿Ha sido mi actitud o
comportamiento motivo para provocar escándalo por medio de
leyes, instituciones, moda o por medio de la opinión? ¿He
deseado que le vaya mal a alguien? ¿Me entristece la
prosperidad de otros? ¿Me alegra la desgracia de alguien? ¿He
fomentado chismes, rumores, riñas o enemistades? ¿He dado mal
ejemplo y malos consejos? ¿Me he negado a perdonar y a hacer
las paces? ¿He tenido paciencia con las flaquezas del prójimo?
¿Tengo mal genio? ¿Trato al prójimo con altanería? ¿Manipulo,
abuso y utilizo a quienes me rodean para obtener mis fines? ¿He
maltratado al prójimo, sobre todo a los pobres, débiles, niños,
ancianos, discapacitados, extranjeros, hombres y mujeres de
otras razas? ¿He faltado el respeto a los moribundos o a los
muertos? ¿Me he portado con el prójimo como quisiera que se
portaran conmigo? ¿Doy bromas pesadas y me burlo de los demás?
Sexto
mandamiento: No cometerás adulterio
(Ex 20, 14; Dt 5, 17; cf Mt 5, 27-28). Trata de todos los
asuntos relacionados con la globalidad de la sexualidad humana.
Prohíbe en acción lo que el noveno prohíbe en
pensamiento o deseo. Noveno mandamiento: No codiciarás (al cónyuge)
de tu prójimo (Ex 20,17; cf Mt 5, 28). Trata de todas las
cuestiones relacionadas con los pecados interiores en contra de
la pureza de corazón, de intención y de mirada.
Implica un aprendizaje del dominio de sí y supone un
esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida.
La alternativa es clara: o el hombre y la mujer controlan
sus pasiones y obtienen la paz, o se dejan dominar por esas
pasiones y se hacen desgraciados.
¿He
permitido caricias, besos y abrazos deshonestos movido por la
lujuria? ¿Falté al pudor, modestia y discreción? ¿Me he
desnudado delante de otras personas? ¿He hecho actos impuros o
deshonestos conmigo mismo o en compañía? ¿Con parientes? ¿Con
animales? ¿Provoqué tentaciones o deseos impuros a través de
caricias, bailes insinuantes, ropa provocativa, malas lecturas,
pornografía, etc.? ¿Conté chistes inmorales? ¿Tuve
conversaciones obscenas? ¿Canciones o gestos deshonestos? ¿Hay
sensualidad en mi vestir y en mis movimientos? ¿Cooperé o
encubrí acciones deshonestas? ¿Tengo amistades peligrosas?
¿Rezo a Dios pidiendo fuerza para conservar la castidad?
¿He visitado sitios de perdición? ¿He llevado a otras
personas a esos sitios? ¿He
tenido relaciones fuera del matrimonio? ¿Libertades con mi
novio (a)? ¿He defendido la promiscuidad y la relación sexual
prematrimonial? ¿He defendido el divorcio? ¿He cometido
adulterio? ¿Mantengo la pureza en las palabras, conversaciones,
pensamientos, miradas y obras?
Sétimo
y Décimo Mandamientos: No robarás (Ex 20, 15; Dt 5,19; cf Mt
19, 18). No codiciarás ... nada que sea de tu prójimo (Ex
20,17; cf Dt 5, 21; Mt 6, 21) . (El décimo mandamiento prohíbe
desear lo que el sétimo prohíbe tomar). Toda forma de tomar o
retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las
disposiciones de la ley civil, es contraria al sétimo
mandamiento. Ejemplos:
retener bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el
ejercicio del comercio, pagar salarios injustos, elevar los
precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas.
Son también moralmente ilícitos otros tipos de
especulación, la corrupción, apropiación y uso privado de
bienes sociales, trabajos mal hechos, fraude fiscal, gastos
excesivos, el despilfarro, dañar propiedades privadas o públicas,
etc. Este
mandamiento también exige el respeto de la integridad de la
creación. El uso
de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no
puede ser separado del respeto de las exigencias morales.
¿He
robado algo a alguien? ¿He calumniado? (hablar con mentira
sobre otro roba su buena fama) ¿He reparado el mal que hice
mediante rob o, calumnias o intrigas?
(la reparación forma parte del perdón.)
¿He envidiado las cosas ajenas? ¿He aceptado o comprado
cosas robadas a sabiendas? ¿Me he quedado con cosas encontradas
o que me han prestado? (La devolución o restitución forma
parte del perdón) ¿He
planeado o he cometido algún robo, plagio, secuestro,
falsificación, estafa, tortura, soborno o chantaje? ¿He sido cómplice
o encubridor de alguna injusticia, robo o daño a bienes públicos
o ajenos? ¿Causé sufrimiento o hice daño a los animales? ¿Protejo
la naturaleza evitando el desperdicio y la contaminación? ¿He
causado daños a otros en sus bienes? ¿He respetado la
propiedad intelectual y de derechos de autor? ¿He hecho trampa
en los exámenes, tareas, proyectos de graduación, etc.? ¿He
causado daños a la propiedad tomada en alquiler? ¿He cometido
raterías (hurtos de cosas pequeñas) en tiendas, hoteles,
restaurantes, hospitales, almacenes, etc.? ¿Ha habido falsedad
de mi parte en calidad, pesos y medidas de los productos? ¿He
procurado reparar los daños causados? ¿He apostado en juegos
de azar? ¿He hecho trampas en el juego? ¿He retenido dinero de
otros? ¿Exijo dinero por un servicio al que estoy obligado por
mi cargo ya retribuido? ¿He ofrecido o he aceptado sobornos? ¿Cobro
por servicios que no he desempeñado o he hecho mal? ¿He
derrochado en lujo y vanidades? ¿Desperdicio en comida, ropa y
en otros recursos que le hacen falta a los pobres?
¿He pagado mis cuentas y
deudas a tiempo? ¿He
abusado de los aumentos de precios? ¿En los alquileres? ¿He
prestado dinero con usura? ¿He cobrado intereses excesivos? ¿He
faltado a la justicia en contratos o negocios? ¿He engañado al
prójimo en compras y ventas? ¿He acudido injustamente a las
leyes laborales para obtener indemnizaciones indebidas? ¿He
pagado los impuestos? ¿He desperdiciado el tiempo de trabajo y
los recursos del lugar donde trabajo? ¿He utilizado mal los
bienes públicos, los he desperdiciado o los he aprovechado en
mi beneficio? ¿Siento envidia, odio, amargura, celos o
resentimiento? ¿He sido orgulloso? ¿He actuado con soberbia y
vanidad? ¿He demostrado autosuficiencia? ¿He actuado por
vanidad? ¿Vivo con necesidad de llamar la atención, mostrándome
pretencioso y actuando como si fuera superior a los demás? ¿Soy
impaciente? ¿Me enojo con facilidad? ¿Dejo que me domine la
rabia? ¿Me he aprovechado de los demás? ¿He criticado y regañado,
despreciando a los demás? ¿He hecho burla de los demás por
sus defectos y debilidades? ¿He contribuido a que otros fallen
en algo para que sean despreciados o reprendidos? ¿He dejado de
dar lo conveniente para ayudar a la iglesia? ¿He faltado a la
caridad con el prójimo? ¿Doy limosna según mi posición económica?
¿He sentido deseos de tener lo que otro u otra posee, por
ejemplo: belleza, talento, trabajo, casa, carro, éxito, salud,
riqueza, fama, poder, etc.?
Octavo
Mandamiento: No darás falso testimonio contra tu prójimo (Ex
20, 16; cf Mt 5, 33). Este mandamiento prohíbe falsear la
verdad en las relaciones con el prójimo.
Una falta cometida contra la verdad exige reparación.
¿He
mentido con daño grave para el prójimo? ¿He hablado mal de mi
prójimo? ¿He difamado a alguien? ¿He calumniado a alguien? ¿He
reparado los daños ocasionados por la mentira, difamación y la
calumnia? ¿He rechazado el restablecer el buen nombre de una
persona que he mancillado? ¿He juzgado mal a los demás? ¿He
sembrado discordia y enemistad en la familia? ¿He provocado
enemistades políticas? ¿He exagerado las faltas de los demás?
¿He dado testimonio falso contra mi prójimo? ¿Soy criticón,
intrigante y chismoso? ¿Me
gusta oír hablar mal de los otros? ¿He reparado el mal que
hice con calumnias e intrigas? (la reparación forma parte del
perdón del pecado). ¿Tiendo a denigrar (quitar mérito) a las
personas? ¿Critico con frecuencia? ¿Soy intrigante y me gusta
llevar y traer cuentos? ¿He revelado secretos importantes de
otros, descubriéndolos sin justa causa? ¿Me he negado a
presentarme como testigo de la inocencia de alguien? ¿Me gusta
la ostentación, fanfarronear, alardear y vanagloriarme? ¿Hay
hipocresía, adulación, ironía y sarcasmo en mi trato con
algunas personas? ¿He lanzado acusaciones sin base y he atizado
motivos de sospecha que yo he formado? ¿He leído
correspondencia ajena? ¿Propago rumores o calumnias que
perjudican seriamente la dignidad de las personas? ¿He sembrado
discordias entre otros con cuentos y chismes, verdaderos o
falsos? ¿He tenido medias palabras o insinuaciones, infundiendo
sospechas de otros inmerecidamente? ¿He exagerado defectos
ajenos? ¿He interpretado mal la conducta del prójimo sin
esforzarme por comprenderlo? ¿He permitido la murmuración
debiendo cortarla? ¿Me he alegrado de los problemas de otros?
¿He dejado de defender al prójimo cuando he podido hacerlo con
facilidad?
Diez
maneras de complicidad con el pecado de otro: Por consejo,
encubrimiento, mandato, tomar parte, consentimiento, silencio,
provocación, defensa del mal cometido, alabanza, adulación.
El
pecado contra el “nosotros”
(colectivo y social)
El
hombre es un ser social, esencialmente vuelto al otro, lo que
implica servir material, mental
y espiritualmente.
¿Por
mi tibieza, vacilación o negligencia,
permanezco indiferente ante la maldad y corrupción? ¿Me
ha faltado firmeza en la búsqueda del bien? ¿Cumplo con mis
derechos de ciudadano, por ejemplo, votar? ¿Cumplo a conciencia
mis obligaciones laborales y/o profesionales? ¿Hago bien mi
trabajo, pensando que a Dios no se le debe ofrecer cosas mal
hechas? ¿Estudio con frecuencia para mantenerme al día en mi
especialidad? ¿Exijo honorarios que pueden considerarse
abusivos por otros colegas?
¿Qué uso he hecho de mi tiempo, de mis fuerzas, de los
dones que Dios me dio? ¿Los he puesto al servicio del prójimo
cuando ha sido posible? ¿Cuál ha sido mi actitud en relación
a los que tienen salarios insuficientes e ingresos que no le
permiten subsistir? ¿Y en relación a los tugurios y a la falta
de vivienda? ¿Al
desempleo? ¿A los que están pasando hambre o alimentándose
mal? ¿A los que pasan frío por falta de techo y ropa adecuada?
¿Y en relación a los enfermos, a aquellos a los que les faltan
medicinas, atenciones médicas y hospitales? ¿En relación con
el analfabetismo? ¿Cómo he vivido la pobreza evangélica? ¿He
derrochado en compras inútiles, como bebidas alcohólicas,
comidas exageradas, ropas que exaltan mi vanidad, artículos de
lujo para la casa o simplemente en caprichos? ¿Cómo está el
dinero en mi vida, yo lo manejo o él me maneja a mí? ¿Soy
materialista? ¿Estoy apegado a las cosas materiales? ¿He
derrochado en lujo y vanidades? ¿Quiero saber más para poder
presumir de mis conocimientos, humillar a los demás porque
saben menos, o para enriquecerme ilícitamente? ¿Me dejo vencer
por la gula? ¿Vivo para los placeres de la carne: comida,
bebida, drogas, sexo, medicinas,
televisión, música,
tabaco, café,
etc.? ¿Vivo para la gula intelectual, aprendiendo sólo por mi
propia satisfacción y para presumir de ello? ¿Soy perezoso
(a)? ¿Dejo de hacer el bien por omisión? ¿Comienzo un trabajo
y lo dejo sin terminar? ¿En qué cosas me entretengo?
SACRAMENTO
DE LA PENITENCIA Y DE LA RECONCILIACIÓN
(Mc
2,5-11) (Jn
20,21-23) (Mt
18,18) (Lc
24,45-48) (2Co
4,11-21)
(2Co
6,1-2) (1Co 12,26)
“Tú
eres Pedro (o sea Piedra), sobre
esta piedra
edificaré mi Iglesia” ...(el Papa Juan Pablo II es el 264
sucesor legítimo de Pedro) ... “Yo te daré las llaves del
Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en
el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el
Cielo” (Mt 16,18-19). “Los
que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la
misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra
Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que
ofendieron con sus pecados” (Catec. Igl. Cat. 1422).
Nuestro Señor le dijo a Santa Faustina: “... aunque un
alma fuera como un CADÁVER DESCOMPONIÉNDOSE de tal manera que
desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de
restauración y todo estuviese ya perdido, no es así para Dios.
El milagro de la Divina Misericordia restaura a esa alma
en toda su plenitud. (...)
Di a las almas que es en el tribunal de la misericordia (el
confesionario) donde han de buscar consuelo; allí tienen lugar
los milagros más grandes y se repiten incesantemente.
Para obtener ese milagro no hay que hacer una peregrinación
lejana ni celebrar ritos exteriores sino que basta con acercarse
con fe a los pies de Mi representante y confesarle con fe su
miseria y el milagro
de la misericordia de Dios se manifestará en toda su plenitud.
(Diario, 1448). Cuando te acercas a la confesión debes
saber que yo mismo te espero en el confesionario, sólo que
estoy oculto en el sacerdote (Diario, 1602).
No analices nunca de qué clase de sacerdote me estoy
valiendo y abre el alma al confesarte como lo harías conmigo, y
Yo llenaré tu alma con Mi luz (Diario, 1725).
Escribe, hija Mía, que para un alma arrepentida soy la
misericordia misma. La
más grande miseria de un alma no enciende Mi ira, sino que Mi
corazón siente una gran misericordia por ella (Diario, 1739).
|