5.
Frutos y gracias de la devoción a la Santísima Virgen María:
40
(...) Durante
la Santa Misa, antes de la Santa Comunión, tuvo lugar la
renovación de los votos. Al
levantarnos de los reclinatorios empezamos a repetir la fórmula
de los votos y de repente, el Señor Jesús se puso a mi lado,
vestido con una túnica blanca, ceñido con un cinturón de oro
y me dijo: Te concedo el amor eterno para que tu pureza sea
intacta y para confirmar que nunca experimentarás tentaciones
impuras, Jesús se quitó el cinturón de oro y ciñó con
él mis caderas. Desde
entonces no experimento ninguna turbación contraria a la
virtud, ni en el corazón ni en la mente.
Después comprendí que era una de las gracias más
grandes que la Santísima Virgen María obtuvo para mí, ya que
durante muchos años le había suplicado recibirla.
A partir de aquel momento tengo mayor devoción a la
Madre de Dios. Ella
me ha enseñado a amar interiormente a Dios y cómo cumplir Su
santa voluntad en todo. María,
Tú eres la alegría, porque por medio de Ti, Dios descendió a
la tierra y a mi corazón.
1388
Durante una oración aprendí cuánto es agradable a
Dios el alma del Padre Andrasz.
Es un verdadero hijo de Dios. En
pocas almas esta filiación de Dios se evidencia tan claramente
y es porque tiene una devoción especialísima a la Madre de
Dios.
564
El día de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Durante la Santa Misa
oí el susurro de ropas y vi a la Santísima Virgen en un
misterioso, bello resplandor.
Tenía una túnica blanca con una faja azul y me dijo: Me
das una gran alegría adorando a la Santísima Trinidad por las
gracias y los privilegios que me ha concedido, y desapareció
enseguida.
1412
Con gran celo me he preparado para celebrar la fiesta de
la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios.
He prestado más atención al recogimiento del espíritu
y meditando sobre este privilegio exclusivo de Ella; así que
todo mi corazón se sumergía en Ella, agradeciendo a Dios por
haber concedido a María este gran privilegio.
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