Capítulo Primero:   Santa Faustina y La Santísima Virgen

 

6. Palabras de la Santísima Virgen María a las religiosas y a los sacerdotes:

 

625 Por la noche, mientras rezaba, la Virgen me dijo: Su vida  (se refería a las religiosas de la Congregación de Santa Faustina) debe ser similar a la mía, silenciosa y escondida; deben unirse continuamente a Dios, rogar por la humanidad y preparar al mundo para la segunda venida de Dios.

 

1244 15 de agosto de 1937.  Durante la meditación la presencia de Dios me penetró vivamente y conocí la alegría de la Santísima Virgen en el momento de su Asunción... Durante ese acto que se realizó en honor de la Santísima Virgen, al final de ese acto vi a la Santísima Virgen que me dijo: Oh, qué grato es para mí el homenaje de su amor.  Y en ese mismo instante cubrió con su manto a todas las hermanas de nuestra Congregación.  Con la mano derecha estrechó a la Madre General Micaela y con la izquierda a mí, y todas las hermanas estaban a Sus pies cubiertas con su manto.  Luego la Santísima Virgen dijo: Cada una que persevere fielmente hasta la muerte en mi Congregación, evitará el fuego del purgatorio y deseo que cada una se distinga por estas virtudes: humildad y silencio, pureza y amor a Dios y al prójimo, compasión y misericordia.  ...

 

330      Una vez me dijo el confesor que rogara según su intención, y comencé una novena a la Santísima Virgen.  Esa novena consistía en rezar nueve veces la Salve Regina.  Al final de la novena vi a la Virgen con el Niño Jesús en los brazos y vi también a mi confesor que estaba arrodillado a sus pies y hablaba con Ella.  No entendía de que hablaba con la Virgen porque estaba ocupada en hablar con el Niño Jesús que había bajado de los brazos de la Santísima Madre y se acercó a mí.  No dejaba de admirar su belleza.  Oí algunas palabras que la Virgen le decía, pero no oí todo.  Las palabras son estas: Yo soy no sólo la Reina del Cielo, sino también la Madre de la Misericordia y tu Madre.  En ese momento extendió la mano derecha en la que tenía el manto y cubrió con él al sacerdote.  En ese instante la visión desapareció.                           

 

1585   Una visión de la Santísima Virgen.  Entre una gran claridad vi a la Santísima Virgen con una túnica blanca, ceñida de un cinturón de oro y unas pequeñas estrellas, también de oro, en todo el vestido y las mangas a triángulo guarnecidas de oro.  Tenía un manto de color de zafiro, puesto ligeramente sobre los hombros, en la cabeza tenía un velo liviano transparente, el cabello suelto, arreglado espléndidamente y una corona de oro que terminaba en pequeñas cruces.  En el brazo izquierdo tenía al Niño Jesús.  Nunca antes he visto a la Santísima Virgen bajo este aspecto.  Luego me miró con ternura y dijo: Soy la Madre de los sacerdotes.  Después puso a Jesús en el suelo, levantó la mano derecha hacia el cielo, y dijo: Oh Dios, bendice a Polonia, bendice a los sacerdotes.  Y otra vez se dirigió a mí: Cuenta a los sacerdotes lo que has visto.  Decidí decirlo al padre (Andrasz) en la primera ocasión, pero yo misma no logré comprender nada de esa visión.

 


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